jueves, 11 de septiembre de 2014

Cuando no te pasa a ti.

Recuerdo, hace más de 5 años, una amiga cercana se quedó embarazada. 
La primera del grupo. ¡Qué emoción! Su bebé era chiquitín. 
Ella aseguraba que le latía el corazón, yo casi ni me lo creía. algo tan pequeño tenía corazón. Pero si era un feto...
Antes de poder creérmelo, ese ser al que yo llamaba feto, voló hacia las estrellas dejando a su mamá triste y vacía.
"Pues ya tendrá otro" pensé yo. "Total, estaba embarazada de nada. No sé yo si eso del que ya latía se lo ha inventado..."
¡Qué inculta, ingenua y "pocasolta" (como decimos los catalanes) que era yo!
Mi amiga, acababa de perder a su bebé. Su querido bebé. Su primer bebé.
Y yo, como la mayoría de las personas de su entorno, minimizamos su dolor y desautorizamos ese duelo que ella necesitaba vivir, como mamá si hijo.

Al tiempo volvió a quedar embarazada, y ese primer chiquitín casi cayó en el olvido (no para ella, claro está). Y su barriga creció y su bebé nació y nadie se atrevía a hablar de aquel bebé que pudo ser y no fue.

Cuando conocí la fatídica noticia de que Cora había muerto, ella fue una de las primeras personas que se me pasaron por la mente.
¿Cómo podía haber sido tan cruel con mis palabras? ¿cómo podía haber ninguneado su dolor de esa manera? ¿Cómo podía no haber entendido su dolor?
No la entendí por que en aquel momento no sabía ni lo que era tener un hijo, ni lo que significaba perderlo.
Tardé meses en hablar con ella y pedirle perdón.
Mis propias palabras me reconcomían por dentro y de tanto en tanto me venía a la cabeza eso de . Me sentía fatal.
Por fin una tarde de verano la llamé, y le pedí perdón. Necesitaba hacerlo. Sé que para ella no era quizás tan importante como para mí. Pero sentí un alivio muy grande.
Hoy hace dos años que la vida le golpeó otra vez del mismo lado y le hizo revivir la dura experiencia de perder a su bebé. Qué injusta la vida, qué cabrona, qué de todo...
¿Hacía falta otra vez?
Esta vez ya no pensé todas aquellas barbaridades... Esta vez conocía el dolor porque lo había sufrido en mí.

Qué poco duele el dolor cuando no es tuyo. Pero cómo mata cuando te pertenece.
Esta mamá es una valiente y la admiro mucho, aunque creo que no se lo he dicho nunca.

Tiene dos niños a los que abrazar y otros dos a los que añorar. No es fácil vivir con el corazón dividido entre tu casa y las estrellas. Pero eso pocos lo saben.
No conocí a esos bebés. Ni siquiera los pude acariciar a través de la barriga de su mamá, pero para mí son muy especiales, tanto como los otros dos a lo que sí conozco y que tantas sonrisas me arrancan con sus divertidas locuras de nenes.
Carlos y Vera, que así se llaman aunque poca gente lo sepa, son tan hijos suyos como Dani y Mia, que son la cara visible de su familia.

Y hoy hace dos años que Vera no está. Y aunque tenemos la capacidad de acostumbrarnos a la ausencia, el recuerdo está presente y en su casa la echan de menos. A Vera se la quiso, se la quiere y se la querrá siempre. Por pequeñita que fuera. Por poquito tiempo que estuviera. Por poca gente que supiera de ella...

Con su pie chiquitito, pisó fuerte y dejó una huella enorme.

Gracias, Da, por permitirme aprender contigo, por hacer que siempre me divierta a tu lado, y sobretodo por darme 4 sobris. Te quiero.


4 comentarios:

  1. Gracias Noe, por recordar a mis hijos, aún es tan difícil...
    Cuánto nos han hecho cambiar nuestros hijos, eh amiga? No me siento ni la sombra de lo que fui y sin embargo, sé que soy más y mejor.
    Seguiremos caminando con la sensación de estar incompletos y no porque nuestros bebés no nos acompañen desde las estrellas, sino por lo poco que se nos permite recordarlos según las normas sociales.
    Gracias por darme la oportunidad de sentirme cómoda hablando de mis hijos, de todos ellos. Eres una grandísima amiga, siempre lo has sido, siempre.
    Te quiero, os quiero, a los 4.

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  2. Gracias a ti, cielo.
    Nos tocó aprender juntas y siento que es una suerte!!
    Nosotros también os queremos, a los 6!!

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  3. Qué bonito, chicas, que en medio de un dolor TAN ATROZ hayáis visto la luz y estéis juntas. Gracias por estar ahí, gracias Noelia por dar voz a la pena que llevamos dentro. Davinia, increíble tu fuerza, te admiro, os admiro a las dos, no dejéis de luchar, por todas las que estamos en este duro camino, para ver vuestra luz. Un beso ENORME

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  4. Ánimo, Paloma. Hay luz para tod@s! Nuestros bebés nos la dejaron escondida para que jugáramos a encontrarla ;)

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